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  • Foto del escritorAlejandra Herrera

El embarazo me ha producido cáncer, ¿es posible?

Actualizado: 9 nov 2020

Muchas mujeres se extrañarán al escuchar que la palabra embarazo y cáncer pueden ir unidos, y es que enterarte de que estás embarazada y que el embarazo se ha transformado en un proceso neoplásico es algo, cuanto menos, inquietante. Hoy vengo a informaros sobre eso…


LA ENFERMEDAD TROFOBLÁSTICA GESTACIONAL.


La placenta es un órgano que comienza a formarse desde el momento en que el embrión se implanta en el útero. Es el elemento a través del cual se produce el intercambio de sangre entre la mamá y el embrión o feto. La placenta adquiere este nombre como tal a las 12 semanas, cuando ya está completamente finalizada su formación y función. Previamente se conoce como trofoblasto. En las primeras semanas de embarazo esas primeras células conocidas como células trofoblásticas tienen que invadir, literalmente, nuestros vasos sanguíneos y útero para establecer conexiones que permitan el paso de sangre de la mamá al feto. ¿Qué puede ocurrir entonces? Pues que esa invasión se haga de forma descontrolada y anormal llegando a invadir el útero y con la posibilidad de propagarse a través de los vasos sanguíneos de la mamá a otros órganos del cuerpo. Pueden darse dos circunstancias cuyo pronóstico y manejo es completamente distinto:


  • Mola hidatiforme: cuando esta proliferación anormal no se extiende más allá del útero

  • Neoplasia trofoblástica gestacional (mola invasiva, coriocarcinoma) cuando hay una transformación “maligna” de esta proliferación descontrolada y puede extenderse más allá del útero.

Aproximadamente el 80% de los casos se corresponden con molas hidatiformes no invasivas. Aun así se trata de una entidad bastante rara: la incidencia para la mola completa y parcial es 1- 3:1000 embarazos y 3:1000 embarazos respectivamente.


El factor de riesgo mejor establecido para la mola hidatiforme es la edad materna avanzada (> 40 años) seguido del antecedente de gestación molar previa. Hay menos evidencia en cuanto a los abortos de repetición y los grupos sanguíneos A y AB.


En ocasiones puede resultar asintomática y ser sospechada sólo mediante la ecográfica precoz que realizamos en las primeras 4-8 semanas de embarazo, sin embargo, si dejamos evolucionar el embarazo hasta el 50% de las pacientes van a presentar: sangrado vaginal (es el síntoma más frecuente), dolor y presión pélvica, expulsión de vesículas hidrópicas a través de la vagina (muy poco frecuente aunque es un signo típico) y además existen otros síntomas clásicos como: anemia, hipertensión de debut antes de las 20sg, vómitos, hipertiroidismo y distrés respiratorio (en casos de afectación pulmonar). Estos síntomas son algo más raros que los veamos hoy día dado el diagnóstico precoz que hacemos al realizarla ecografía antes de las 10 semanas de embarazo.


El diagnóstico de sospecha se establece mediante la ecografía transvaginal junto con niveles de B-hCG superiores a 100000 y el de confirmación únicamente puede ser realizado mediante el estudio genético o anatomopatológico de los restos abortivos. Es típico encontrar en la ecografía: masa heterogénea sin presencia de embrión (en las molas completas) y con presencia de embrión (en las molas parciales), además de quistes en los ovarios (llamados quistes tecaluteínicos).


Mola completa Mola parcial


El tratamiento debe ser siempre la evacuación del embarazo mediante aspiración (para que exista la menor diseminación posible). La histerectomía (extirpación del útero) puede ser una opción para aquellas mujeres que tengan su deseo genésico cumplido, dado que presenta un menor riesgo de secuelas malignas postmola en comparación con el legrado aspirativo.


Es importante saber que las molas parciales tienen un riesgo de malignización entre el 1 y el 5%, mientras que las completas entre un 15-20%. Es por ello que la paciente ha de ser adecuadamente estudiada mediante analítica de sangre, radiografía de tórax y perfil tiroideo. Tras la evacuación (legrado aspirativo) la paciente ha de ser controlada semanalmente hasta que los niveles de B-HCG den negativos en 3 ocasiones, y posteriormente de forma mensual durante al menos 6 meses antes de ser dada de alta de la unidad.


En el caso de que el diagnóstico sea de neoplasia (cáncer) trofoblástica gestacional (mola invasiva o coriocarcinoma), entonces el tratamiento principal será la histerectomía y la paciente deberá ser derivada a la unidad de oncología correspondiente para recibir tratamiento adyuvante (quimioterapia) y seguimiento.


Es importante conocer que, aunque el hecho de haber tenido un embarazo molar incremente el riesgo de sufrir otro, lo más probable es que no sea así; y además, en el caso de conseguir un embarazo normal este no presenta un mayor riesgo de alteraciones cromosómicas ni de malformaciones.


Espero que esta información os haya resultado interesante y de utilidad… ¡nos vemos en la próxima publicación!


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