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  • Foto del escritorAlejandra Herrera

¿Sabemos en qué consiste una revisión ginecológica?

Actualizado: 9 nov 2020

Cuando decimos “me toca revisión”, ¿sabemos realmente qué es lo que nos debemos revisar? ¿Conocemos exactamente lo que el ginecólogo “hace con nosotras”? O simplemente nos abrimos de piernas y nos dejamos explorar… ¿Qué mira en concreto? ¿De qué parte de nuestro cuerpo toma muestras? ¿Qué es lo que se valora?


El papel de la revisión ginecológica se introdujo a partir de la irrupción de la citología cervical en la promoción de la salud de la mujer, así que, sin saberlo en muchas ocasiones, cuando decimos “me toca revisión” queremos decir “me toca realizarme una citología”. ¿Por qué sino íbamos a ir al ginecólogo si no tenemos ningún problema? A veces se piensa que hay que revisarse el útero y los ovarios pero… ¿es que vamos al especialista de digestivo o al otorrinolaringólogo simplemente a “revisión”? Claro que se podría detectar alguna patología en algunas de esas revisiones, pero no tenemos “asumido” que tengamos que revisarnos el estómago, la faringe o el conducto auditivo si no tenemos ningún síntoma. En cambio ir al ginecólogo si lo tenemos asumido como una responsabilidad de salud de la mujer, pero ¿por qué? Repito una vez más, por la introducción de la citología cervical (también conocida como prueba de Papanicolau) en el esquema de prevención de la salud en la mujer (lo cual ocurrió entre los años 80 y 90 en España). Claro está que esto nos lleva a otra pregunta… ¿Sabemos qué es una citología cervical y para qué se realiza? La citología cervical (también conocida como test de Papanicolau o PAP) consiste en una toma de muestra de células del cérvix uterino (segmento inferior del útero y puerta de entrada al mismo que se localiza al final de la vagina), también llamado cuello del útero, para su examen bajo el microscopio y se realiza con el objetivo de llevar a cabo una detección temprana de lesiones precancerosas. Para ello lo que hacemos es “frotar” el cérvix uterino con una espátula y un mini cepillo que nos permiten desprender células del cuello uterino y fondo de sacos vaginales y depositarlas en un cristal para su posterior examen al microscopio.


El cáncer de cérvix es el cuarto cáncer en frecuencia en la mujer a nivel mundial (detrás del cáncer de mama, colorrectal y pulmón) aunque ocupa el décimo puesto en España. La particularidad de este cáncer es que no es hereditario (a diferencia del cáncer de útero, que si puede serlo) y hoy día se conoce ampliamente su causa: el virus del Papiloma Humano (también conocido como VPH). Hay muchas cosas interesantes que contar sobre este virus y considero importantísimo que todas las mujeres tengamos unos conocimientos básicos sobre el mismo, pues como bien sabéis, muchas de nosotras somos portadoras del mismo y aún existe una cierta tendencia a la estigmatización (casi más por nosotras mismas que por otros, por desgracia). Por todo esto, desarrollaré este tema en otro post.

Volviendo al tema central, ya sabemos que el motivo de la revisión ginecológica es la toma de citología para la detección temprana de lesiones precancerosas cervicales; sin embargo, gracias a la aparición de los ecógrafos a los ginecólogos se nos abrió un campo de estudio maravilloso, y es que podemos ver los órganos genitales internos de la mujer (vagina, útero, trompas y ovarios) y ¡eso hay que aprovecharlo en la visita médica! Antes de la aparición de los primeros ecógrafos el ginecólogo diagnosticaba por el tacto, había que introducir los dedos en la vagina y palpar la barriga hasta intentar poder tocar los ovarios y el útero (que no siempre es posible) y así poder diagnosticar si había alguna masa en los mismos. Cierto es que el tacto vaginal aún tiene, hoy día, ciertas indicaciones, como por ejemplo para valorar la dilatación cervical en la progresión de un parto, seguimiento de patología cancerosa cervical o para valorar la elasticidad vaginal y movilidad uterina, pero en otras indicaciones está prácticamente obsoleto. Es cierto que la ecografía vaginal para la valoración de los órganos genitales internos no es siempre “rentable”. Esto quiere decir que no tiene mucho valor en ciertos grupos de edad (entre los 20 y los 40) y sin factores de riesgo, en cuyo caso sólo vamos a diagnosticar, en la inmensa mayoría de los casos, patología benigna sin repercusión en la salud (miomas, quistes ováricos funcionales, pólipos) y que además pueden generar mucha ansiedad en la mujer. Sin embargo la ecografía sí que puede resultar muy útil en la etapa perimenopáusica y postmenopáusica donde los cánceres de útero y ovario son más frecuentes, ya que nos permite sospechar lesiones precancerosas y cancerosas en estadios precoces y por tanto, curables en muchos casos.


Pues bien, a modo de resumen, podemos decir que hoy día la revisión ginecológica tiene principalmente 3 grandes objetivos:


Resolver todos los problemas o inquietudes que la mujer pueda tener acerca de su fisiología y/o vida sexual: Trastornos del ciclo, consejo anticonceptivo, síntomas o signos de nueva aparición, inquietudes sobre la maternidad, alteraciones en el flujo vaginal, pérdidas de orina, etc.

Exploración física y ecográfica: Se realiza en esa posición, tan molesta para la mayoría de nosotras (aunque más por el pudor que genera que por ser incómoda en sí), que es la posición de litotomía (tumbada con las piernas abiertas), pues es la única forma de poder visualizar adecuadamente nuestro órgano genital. Gracias a esta posición podemos valorar la vulva, pero además necesitamos de ese otro amigo nuestro, más odiado aún si cabe, que es el espéculo. Gracias a este instrumento podemos visualizar parte de los genitales internos que son la vagina y el cérvix uterino. En este contexto valoramos cualquier tipo de alteración tanto en la piel de la vulva, como en la mucosa vaginal y cérvix uterino, a la vez que comprobamos si la secreción vaginal presenta color y textura normales (y acordes al ciclo, de eso hablaremos específicamente en otro post): así podemos ver, o al menos sospechar (en cuyo caso tomaremos muestras que nos permitan confirmar las sospechas) si presentamos algún tipo de lesión en la piel o la mucosa (verrugas, úlceras, heridas) o bien alguna infección vulvovaginal que nos pueda estar causando irritación/inflamación de la zona. Finalmente realizaremos la ecografía vaginal ya comentada anteriormente para la valoración de los genitales internos. También podemos realizar una exploración mamaria mediante inspección y palpación, especialmente si la paciente se ha notado algún bulto o lesión en la mama o simplemente para disminución de su ansiedad ante la autoexploración mamaria. Hablaremos más detalladamente sobre esto en otro post. De igual modo, aconsejaremos la realización de pruebas de detección precoz del cáncer de mama oportunas según edad y factores de riesgo.

Toma de citología vaginal: Como habéis podido comprobar hoy día la revisión ginecológica no es finalmente SÓLO CITOLOGÍA. La citología es una parte muy importante de la misma y aunque inicialmente fuera el motivo principal de la misma, hoy día aprovechamos esa visita “obligada” para realizar una atención integral de la mujer. Por ello intentamos no sólo “revisar” sino que nuestra intención es dar respuesta y solución (siempre que sea posible) a todas esas dudas o problemas acerca de nuestra compleja fisiología femenina y siempre basándonos en la evidencia científica más actual. Aunque es cierto que en muchas ocasiones cuesta “arrancarnos” para hacernos la revisión, debemos recordar lo esencial que es: en primer lugar porque nos permite detectar una lesión precancerosa curable que nos evite llegar al cáncer y por otro lado porque nos sirve de consultorio de “alta fiabilidad” para resolver las miles de inquietudes que en ocasiones asolan al cerebro femenino. Así que si hace tiempo que no te haces una revisión ya sabes… ¡no esperes a tener un problema, la prevención es siempre lo primero!

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